Tal vez

Toque el timbre. Una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces. Estaba lloviendo, más bien parecía un diluvio con rayos y granizo.  Eso lo hizo aun mejor por que bajo el aguacero mis lágrimas no se notaban. Juliette abrió la puerta y me miro. No dijo nada. Pase a la casa. Juliette me abrazo fuerte, pero no la aparte, le correspondí el abrazo y me eche a llorar como un bebe. Estaba cansada y débil. Eran muchas emociones para un solo día.

-te enseñare tu habitación- dijo Julie. Asentí con la cabeza, mi habitación estaba en la primera planta. Era grande y espaciosa. El suelo estaba alfombrado. Había una litera, un buro con una televisión y un sillón  reclinable para tres personas. Era acogedora y cálida.

-les diré a los demás que estas aquí, pero creo que ya lo saben todos.- tampoco hable. Me senté en el sillón y note que Juliette se había marchado. Esperaba no mojar mucho el sillón. Estaba empapada de pies a cabeza.

Todo esto era demasiado para mí. Esperaba que el dicho de “después de la tormenta viene la calma” fuera cierto. Escuche que alguien llamaba a la puerta.

-soy Alex, te preguntaría si puedo entrar pero sé que no tienes ganas de charlar así que solo entrare. -Abrió lentamente la puerta. Traía una manta enorme que parecía suave y una taza con sangre.

Puso la manta sobre mis hombros y me dio la taza con sangre humeante. Lo mire a los ojos. Tome un sorbo de sangre. Estaba deliciosa, dulce como la miel y el chocolate, humeaba mucho, estaba caliente y  sabia celestial.  Alex se sentó en el sillón, a mi lado.

-¿de qué es la sangre?-pregunte yo carraspeando un poco, por que tenía la voz ronca y parecía un poco afónica.

-es sangre humana, pero no te asustes. La tía de Paula trabaja en el banco de sangre y nos trae un poco de sangre humana de vez en cuando.

-esta  exquisita. Muy dulce

-¿te encuentras mejor?-pregunto el mirándome a los ojos. Me encantaba estar con él. Me sentía protegida y segura. Era algo bueno y bastante nuevo. Alex en este momento parecía un Ángel.  Mi ángel de la guarda.

-no mucho

-siento todo esto.-  El paso una mano por mis  hombros, acunándome y yo me acorruque en su  pecho.

-¿quieres llorar verdad?

-si- dije yo mientras asentía con la cabeza, retenía mucha tristeza en mi interior y quería llorar, pero sentía que ya no tenía fuerza ni siquiera para derramar lágrimas.

-entonces hazlo, yo me quedare contigo el tiempo que sea necesario. O me puedo ir, si es lo que tú prefieres

-no, quédate aquí conmigo. –dije yo mientras me abrazaba más a su cuerpo, el también se estrecho mas a mí, pero sin cohibirme.  Podía sentir su respiración pausada. Fue algo agradable. Empecé a llorar muy quedito mientras Alex me consolaba y me besaba dulcemente el cabello. Aun seguíamos abrazados. Poco a poco el cansancio hizo estragos en mí y cerré mis ojos. Lentamente.

Desperté con la luz del sol. Alex estaba dormido en el sofá. Lo mire y en su rostro vi paz y amor. Cuando dormía se veía aun más hermoso. Quería besarlo. Pero no lo hice. En primer lugar por que una parte de mi le odiaba, a veces era arrogante en extremo, pero el gesto que había tenido conmigo fue algo que nadie jamás hizo.

Al parecer Alex se quedo conmigo toda la noche. Recordaba que fue muy dulce y tierno. El despertó.

-buen día- dijo el

-¿dormiste bien?-pregunte

-sí, te tenia junto a mí y eso me basta para ser feliz.- no sabía que decir ante su comentario. Ambos sabíamos que teníamos química.

-¿iras a el colegio hoy?- pregunto él.

-no me apetece

-te comprendo. Le diere a Ángel que se quede contigo y te cuide bien, el es un cerebrito y si falta un día al colegio no pasara nada.

-jajaja, gracias

-no hay por qué agradecer.

-aun así te lo agradezco

-tengo que irme. Deséame suerte.

-suerte-masculle yo. Pero ya era tarde por él había salido de la habitación. Alex  era muy caballeroso y bueno conmigo. Pero cuando quería ser molesto me ponía de malas. Yo lo quería, era muy considerado y… sexy. Tal vez, solo tal vez el era el indicado para mí.